El Canal de Panamá, una de las obras de ingeniería más estratégicas del mundo, vuelve al foco global tras recientes declaraciones de Donald Trump, quien ha insinuado la posibilidad de que Estados Unidos recupere el control de esta vía marítima. Construido por Estados Unidos a principios del siglo XX, el canal fue gestionado por Washington durante décadas hasta que, en 1999, su administración pasó completamente al Gobierno panameño, cumpliendo con un tratado firmado en 1977.
Trump ha criticado las tarifas actuales del canal, calificándolas de «exorbitantes», y ha expresado preocupaciones sobre una supuesta (y desmentida) influencia militar china en la región. Mientras tanto, Panamá reafirma que la soberanía sobre su canal es «innegociable».
Con más de 13,000 barcos cruzándolo anualmente, generando 3,450 millones de dólares en beneficios en 2024, el Canal de Panamá no solo conecta el Atlántico y el Pacífico en menos de 10 horas, sino que también representa un punto neurálgico del comercio internacional. Sin embargo, desafíos como la sequía y ajustes en tarifas han elevado las tensiones en esta región estratégica.
El canal no es solo una vía marítima, sino un símbolo de soberanía y cooperación global.
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